Colombia ha dado un paso histórico hacia una sociedad más justa y empática. Con la sanción de la Ley 2475 de 2025, el país reconoce, por fin, el derecho al olvido oncológico, una deuda largamente pendiente con quienes han enfrentado y superado el cáncer. Esta norma no solo es un triunfo legislativo; es una declaración de principios: nadie debería ser definido por una enfermedad que ya venció.
La exclusión silenciosa que viven los sobrevivientes de cáncer ha sido una forma injusta de revictimización. A pesar de haber ganado una batalla física y emocional colosal, muchos colombianos han debido seguir cargando con una marca que les cierra puertas en lo laboral, en lo financiero y en lo social. ¿Es justo que una persona no pueda acceder a un crédito o a una póliza de seguro solo porque en el pasado enfrentó una enfermedad?
El derecho al olvido oncológico no borra la historia médica de alguien. No se trata de negar el pasado, sino de impedir que este se convierta en una cadena perpetua. Quienes han sanado merecen volver a empezar, con igualdad de condiciones. Como lo planteó el senador Pedro Flórez, autor de la ley, esta norma busca eliminar una segunda forma de sufrimiento: la exclusión sistemática.
La ley establece plazos claros y razonables: cuatro años sin recaídas desde el final del tratamiento, o dos si el diagnóstico fue en la niñez o adolescencia. Después de ese tiempo, las personas no estarán obligadas a declarar su historial oncológico para acceder a seguros, ni podrán ser discriminadas con sobrecostos o cláusulas de exclusión. Es una garantía de equidad que se acompaña, además, de la obligación de informar claramente este derecho y sanciones para quien lo vulnere.
No se trata solo de regulación financiera. Se trata de dignidad. Se trata de reconocer que sobrevivir al cáncer no debe ser una cicatriz social o económica. Hoy, más de 600.000 personas viven como sobrevivientes de esta enfermedad en Colombia, y muchas han sido invisibilizadas por barreras tan sutiles como crueles. Con esta ley, se da un mensaje poderoso: sanar no debe tener castigo.
El derecho al olvido oncológico es un acto de justicia. Una segunda oportunidad, sin condiciones. Porque vivir después del cáncer debe significar, ante todo, vivir con plenitud
Daniel Pedrozo